EL SEÑOR VIENTO NORTE (cuento infantil)


CARMEN DE POSADAS MAÑE


Todos los animales del bosque se encontraban inquietos.estaba ya muy entrado el mes de marzo,y viento norte no dejaba de soplar. silbaba por entre los pelados troncos de los arboles. serpenteaba arremolinando la nieve.


y, noche tras noche, día tras día, soplaba, silbaba y serpenteaba sin cesar.
-¡alguien debería hacer algo!- comentaban los animalitos del bosque-. ¡alguien tendría que ir a casa de viento norte para recordarle que ya es hora de dejar paso a la primavera!
pero ¿quien? en todas las familias había problemas. además...tenían miedo.   ¿quien se  iba a atrever a enfrentarse  con viento norte? sólo podrían hacerlo los osos, que tenían mucha fuerza; pero ellos no podían recurrir.
hacía meses que dormían su letargo invernal, y ¡cualquiera los despertaba!  las aves habían emigrado a tierras más cálidas.
entonces, al conejito gris se le ocurrió una idea.  fue a visitar a su amigo Arturo, el hijo de los guardabosques, y le pidió ayuda.
Arturo escuchó al conejito gris y prometió ir a casa del señor viento norte.
así fue cómo una mañana muy temprano, soplándole el viento en las orejas, salió  Arturo en busca de viento norte.  llevaba en el  bolsillo un regalo para dárselo de parte de todos los habitantes del bosque: un  gorro de lana azul y blanco según dicen,  son los colores  preferidos de los vientos fríos.
caminando atravesó el bosque helado. El frió había escarchado la tierra, y las copas de los árboles se balanceaban peligrosamente.  Arturo cruzó arroyuelos y subió a una gran llanura.}
allí se encontró con maría, la hija del leñador, que quiso saber qué hacía Arturo tan lejos de su casa.
-voy en busca del señor viento norte-replicó Arturo-.
está muy entrado el mes de marzo y, mientras él no deje de soplar, nunca podría llegar la primavera.
a maría le causó mucha impresión que Arturo no tuviera miedo de ir a meterse en la misma casa de viento norte.
-he oído decir que tiene muy mal humor- le dijo-. ¡debes tener mucho cuidado!
-no me queda mas remedio que ir- explico Arturo-.
en el bosque, todos los animales se mueren de hambre y frió por su culpa. mira, le llevo este gorro de regalo. es azul y blanco, los colores preferidos de los vientos fríos'. ¡seguro que le gustaría!
y como estaba muy cansado, Arturo se echó a dormir allí mismo.
mientras tanto, maria  lo miraba con sus azules ojos.  <<¡un gorro con los colores preferidos del señor  viento norte!>> repitió la niña  <<podría ser yo quien le llevara el regalo,  así, Arturo no tendría que enfrentarse con él..>>
ni corta ni perezosa, maria se apoderó del gorro  de lana que arturo guardaba en su bolsillo,y allá se fue, caminando de la casa de viento norte.
cuando despertó arturo... ni rastro de aria ni del regalo. ¡había desaparecido!   ¿con qué obsequiaría al terrible viento norte?  el aire era helado;  gruesos lagrimones brotaban de sus ojos, resbalaban por sus mejillas y caían para estrellarse a sus pies, sobre la nieve.
pero el sol fue trepando poco a poco, horizonte arriba.
se hizo grande, cálido, redondo. y a los pies de Arturo, allí donde sus lagrimas habían derretido la nieve, brotó, nadie sabe cómo un frágil vilano blanco.   y Arturo sonrió.   ¿le gustarían al señor viento norte los vilanos blancos?
el señor viento norte, mientras tanto, estaba en su casa, bufando y resoplando.  sus ronquidos eran como el rugir de un volcán.  sus resolpidos barrían el bosque de parte a parte, con su aliento helado.  pronto llego maría y toco a la puerta.
-¿quien es?- bramó viento norte, sobresaltado por los golpes. nunca iba nadie a visitarlo, y no estaba acostumbrado a oír ruidos.
-¿quien es?-repitió.
-una admiradora suya, señor, que le trae un regalo-dijo asustada maria y le alargó con cautela el paquete.
De un suplido,viento norte se apoderó del regalo y lo abrió.  pero aquel gorro azul y blanco no le gustó nada.
Es más, se puso furioso y sopó con rabia.
y lanzó a maría a varios kilómetros de distancia. el gorro de lana aterrizó en el pico mas alto de la montaña, y aún estará allí si no ha ido nadie a recogerlo.  luego,resoplando,viento norte volvió a meterse a la cama.
al rato llegó Arturo a casa de viento norte, con el vilano blanco y redondo colocando en el ojal.  y tocó a la puerta.
-¿mas visitas?-bramó viento norte abriendo solo un ojo-. ¿quien es?
-vengo del bosque, señor viento norte-dijo Arturo-.
allí pasamos mucho frió por su culpa. por favor, deje ya de soplar, para que pueda entrar la primavera.
pero viento norte miró a Arturo con disgusto y con rabia; luego, abrió la boca y sopló  enfadado.  sopló tan fuerte que Arturo voló por los aires y aterrizó en la punta de un abeto muy alto.
Después, viento norte cerró otra vez el ojo que había abierto e intentó volverse a dormir. pero no pudo.  algo le preocupaba.
algo que había visto en el ojal de Arturo.    porque....  ¿seria aquello blanco y redondo, acaso un vilano? desde que viento norte era sólo una brisilla -y hacía de eso por lo menos mil o dos mil años- no había vuelto a ver nunca un vilano ¡ y cómo disfrutaba entonces soplando bajito, haciéndolos volar por los aires!
viento norte se levantó de la cama.  desayunó cien buñuelo de viento, como todas las mañanas, pero esta vez con más prisa. sopló entonces en dirección sur y desencadenó una tormenta de arena.    pero tampoco allí lo encontró.
por fin, al silbar sobre el bosque, vio a Arturo colgado en la punta del albeto.  y en el ojal, en efecto, llevaba el niño un vilano blanco y redondo.    viento norte se  puso un poco nervioso.
-¿quieres dejarme jugar con tu vilano?-aulló, arrancando al pasar dos o tres árboles de cuajo-. ¡habla!
pero arturo no podía hablar, del miedo que tenía. además, ¡no es nada fácil hablar colgado de la punta de un árbol...!
-¡hablar!-repitió viento norte con aire glacial.
y esta vez arturo habló.  le explicó que él, viento norte, era demasiado fuerte para jugar con su vilano, que lo destrozaría al primer soplido.
-son las pequeñas brisas de primavera-dijo arturo- las que juegan y se divierten en los campos con los vilanos.  nunca los  ventarrones como usted, señor.
-entonces seré una brisilla -bramó el viento después de pensarlo un rato. pero esta vez ya más flojito.  y, resoplando, se alejó hacia el sur.
allí subió a las montañas y se dejó deslizar suavemente hacia los valles de aire caliente, para templarse.  se metió luego por entre los cañaverales, viento norte fue convirtiéndose en una suave y tibia brisilla de primavera.
muy contento, volvió a donde estaba Arturo colgado en lo alto del abeto. a su paso, apenas si agitaba ya las hierbas del camino.
Arturo se quitó el vilano del ojal, lo sucedió un poquito para ver cómo brillaba y se lo entregó a viento norte.  este lo agarró con todo cuidado, alejándose, mientras soplaba bajito, bajito, en dirección sur.
desde lo alto del albeto, arturo vio a maria; venia hacia él a toda prisa.
¿dónde había  estado?  ¿qué había ocurrido? bueno, eso ya no importaba.
-volvamos junto a los animales del bosque-le dijo a la niña.
y señalando al viento que se alejaba, añadió:
-mira, ya es primavera.

FIN

























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